NOTAS DE LECTURA DE UN LIBERAL
La
llamada de la tribu. Mario
Vargas Llosa (Lima: Alfaguara, 2018).
La
llamada de la tribu es el más reciente título que ha
entregado Mario Vargas Llosa a sus lectores. Este libro, a juzgar por lo dicho
en el prólogo, es el resumen de un viejo anhelo: explicar con lujo de detalle
por qué, luego de su alejamiento paulatino del marxismo, iría forjando su
filiación liberal, algo que sin duda daría un nuevo impulso a sus creencias
políticas (además de frecuentes polémicas con más de un colega) y afianzaría su
inquebrantable fe en el modelo democrático occidental y en la economía de libre
mercado como pilares del progreso y la felicidad humanas (una certeza debatible
en ciertos puntos).
El libro revisa las ideas
y los aportes de siete pensadores que según confesión propia moldearon su
adscripción al liberalismo: Adam Smith, José Ortega y Gasset, Friedrich von
Hayek, Karl Popper, Raymond Aron, Isaiah Berlin y Jean Francios Revel. En ese
sentido, el libro nos invita a una lectura que sugeriría una autobiografía
ideológica que traza una curva bastante conocida por quienes han seguido el
derrotero de Vargas Llosa: empieza con un entusiasmo por la militancia en la
izquierda radical --acompasada por una admiración temprana por Jean Paul Sartre
y alimentada por el calor de la Revolución Cubana-- y un desengaño posterior que
acompañaría, en cierta forma, Albert Camus, el eterno rival del autor de La náusea y de El ser y la nada.
"Quizá por eso el mismo Vargas Llosa no haya querido ocultar ninguno de sus procesos de conversión. Para ser sinceros, el escritor ofrece un ejemplar y minucioso registro de sus entusiasmos y sus dudas, prácticamente no ha dejado cabo suelto en lo que podríamos llamar la historia de su trayectoria ideológica e intelectual. Así, una de las primeras referencias que hay que tomar en cuenta al leer La llamada de la tribu, son los volúmenes que conforman Contra viento y marea, donde ha quedado trazada la curva que lo condujo del comunismo juvenil a la madurez liberal".
Vargas Llosa es un lector
atento y riguroso. Mucho de lo que está en juego en sus ensayos está en
consonancia con sus propias ideas. Así, se puede afirmar que, en términos
literarios, nada que haya dicho en ensayos clásicos como Historia de un deicidio, La
orgía perpetua, La verdad de las
mentiras, La utopía arcaica o El viaje a la ficción, por citar algunos
ejemplos, está demasiado alejado de su propia práctica escritural. Todo este
cúmulo de ideas sobre la literatura, sobre el carácter y la función de la
ficción, la naturaleza del fenómeno novelesco o el papel que toca desempeñar al
escritor en la sociedad se encuentra imbricado en su propio mundo ficcional, un
mundo que, a pesar de presentar altibajos, al menos nunca se rindió a la falta
de coherencia.
La
llamada de la tribu configura, como en los casos antes
descritos, una vasta red de relaciones. Leerlo de modo independiente, autónomo,
sin intentar siquiera trazar un mapa mínimo de referencias desperdigadas en
otros textos, empobrecería su lectura, la condenaría a un muy decentemente
escrito conjunto de notas y datos sobre siete pensadores favoritos. Para evitar
ese empobrecimiento, el lector debe hacer un esfuerzo y planificar un recorrido
de orden intertextual a fin de tener la imagen completa del Vargas Llosa
liberal, imagen de la que este libro ofrece, naturalmente, un fragmento muy
relevante.
Quizá por eso el mismo
Vargas Llosa no haya querido ocultar ninguno de sus procesos de conversión.
Para ser sinceros, el escritor ofrece un ejemplar y minucioso registro de sus
entusiasmos y sus dudas, prácticamente no ha dejado cabo suelto en lo que
podríamos llamar la historia de su trayectoria ideológica e intelectual. Así,
una de las primeras referencias que hay que tomar en cuenta al leer La llamada de la tribu, son los
volúmenes que conforman Contra viento y
marea, donde ha quedado trazada la curva que lo condujo del comunismo
juvenil a la madurez liberal.
La segunda referencia sería
sin duda El pez en el agua, memoria
de infancia, adolescencia, matrimonio y viaje a Europa y, al mismo tiempo,
bitácora de la formación del movimiento Libertad y de la fallida campaña
presidencial de 1990. Es importante plantear este vínculo intertextual, pues
esa memoria recuenta (y recuerda) la manera en que se propuso llevar a la
praxis varias de las ideas centrales de El
llamado de la tribu, como la creencia en la doctrina del individualismo, la
reducción del aparato estatal, la economía de libre mercado, la cerrada defensa
del orden democrático occidental, entre otras.
El tercer texto que integra esta red es La civilización
del espectáculo, sobre todo tomando en cuenta que uno de los capítulos de La llamada de la tribu se dedica a José
Ortega y Gasset, discutida figura de la filosofía y la cultura españolas (no se
le perdona, como indica nuestro Nobel, no haber condenado de manera directa al
franquismo) que termina renegando de las presuntas vacuidades del arte de vanguardia
en su célebre La deshumanización del arte
y
el no menos importante La rebelión de las
masas.
Quisiera pensar que
en este libro, aunque es una realización editorial reciente transpira un viejo
anhelo, casi una nostalgia: rendir tributo a las fuentes que le sirvieron a
Vargas Llosa para consolidar su viraje hacia el liberalismo. Adam Smith, el ya
mencionado Ortega y Gasset, Von Hayek, Popper, Aron, Berlin y Revel forman aquí
un coro diverso, pero organizado coherentemente alrededor de los principios liberales.
Que estemos o no de acuerdo con tanta certeza sobre las bondades del mercado es
otra cosa. Y hace bien Vargas Llosa, en todo caso, en condenar el
mercantilismo, que es lo que mayormente nos han vendido nuestros criollos y
olímpicos liberales.
Lo mismo aplica para su
(al menos para mí) exagerado entusiasmo por Margaret Thatcher y Ronald Reagan.
Por lo demás, se trata de un texto escrito con espíritu divulgador, que
desmenuza didácticamente el pensamiento y las ideas de sus convidados.
Referencia obligada para quien quiera conocer, de primera mano, algunos puntos
esenciales de la historia y la doctrina liberal (Alonso Rabí do Carmo).
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